Reflexiones de equinoccio


En un marzo de bufandas y abrigos
donde la luna llena parece decir noviembre.

Entre la semana santa del cristo judío y
el abanico helado del cambio climático.
Es en ese paraje de hielo donde estoy.

Ambivalente tempestad de sentimientos me cruzan
como la larga avenida Batres en la cuidad de Goathemala.

Ya no hay una sola voz cantando tras la guitarra,
estos días tomo las cuerdas y canto, mis plegarias.

Fenomenológicamente podemos decir que pasa el temporal.

El equinoccio fue hermoso aún cuando no lo entendiera
y el tabaco fuera mi hilo conductor a él.

Trabajo en silencio entre el escándalo del mundo,
esta maquila de humanos que no hace más que consumir.

Antropomórficos delirantes de gloria nos hemos convertido.

Figuras de cera que esperan asechando en silencio
el paso en falso de la presa para de ella comer.

Cómo acomodar mis nebulosas entre el llanto del perro
y el vecino delirio de alcohol que me promete el día.

Como ves soy todo palabras, en lenguas muertas y
en idiomas impuestos a golpe de arma y dólar.

Que perverso puede ser observarse en la lejanía
de aquella fotografía y solo preocuparte del color,
del tono de las plantas detrás de ti y no la miseria.

Vivir nos convierte en ánimas insensibles, vagabundos
de un mundo lleno de carencias ficticias.

Acaso necesitas algo más para vivir,
que la inexplicable realidad de estar vivo.

20-mar-2008

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