25-Enero-2008


La tarde grita pidiéndome te la cuente
desde la distancia de mi habitación.

Te cuento entonces, que el sol nunca fue demasiado
cálido, nunca molestó la piel desnuda de las plantas.

El frío invisible hecho viento leve, brisa; pasó por entre
los dedos de las paredes, por las ventanas de las puertas
por los espacios descubiertos de las celosías.

Me tomó de la punta de los pies y nunca más pude
sentir calor.

Pero la tarde es hermosísima en San José, en
mi Curridabat querido.

No sé cómo estará tras la ventana del bus,
supongo es callada y soñolienta, está dormida.

Hoy Mozart traía escondido a Chopin entre sus notas.

Un piano delicado y suave me toma por la muñeca
y escribí para vos.

Cómo contarte la tarde desde la bóveda de mi habitación,
desde el silencio de mi habitación.

Un Pecho Amarillo canta las noticias de las 5pm,
cuenta maravillas lejanas, más allá del cerro,
de la montaña.

Y Chopin camina sobre el piano,
dedo a dedo como diciéndome, “!No más!”.

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