El tiempo de los Elefantes


Lo mismo se viaja por el desierto
que por la movediza arena de la costa.
Despacio, paso a paso y con la memoria alerta.

Ese libro a garabatos donde cada imagen nos grita,
risas, besos, lágrimas, tristezas y otras muchas cosas más.

Solo los memoriosos podremos no acabar
en el mismo sitio donde una vez detuvimos el paso.

La memoria no es bastón de ciego, no debe serlo.
Es solo un mapa con líneas gruesas; sin detalles.

Se mira como ver el mar enorme desde el cerro.
Poco entendemos de sus corrientes, de sus peligros.
Pero está ahí, no obstante nos alejemos por años.

Hay momentos para el elefante,
recordando paso a paso el camino,
irrepetiblemente igual pero exacto su destino.

Los peligros no detienen al elefante,
el miedo no le obliga a regresar.

Qué será lo que recuerda el elefante
de su última visita, que le invita a siempre volver.

Sin poner una pata sobre las piedras,
sin perderse en el camino y disfrutando la ruta.

12-abril-2010

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