A las dudas…temedles


Es desde hace poco que le temo a las mujeres con dudas,
es una nueva fobia adquirida.
Le temo a las dudas que se les meten en el alma y oscurecen el día que viven, borran el recuerdo y se siembran
en la tierra fértil de la cotidianeidad,
de la astuta curiosidad.
Le temo
porque no hay palabra que elimine dudas,
no hay gesto, ni acto, ni amor.
Son más fuertes que el viento de diciembre,
que la lluvia temprana de abril,
que el frió del Cerro de la Muerte,
que el sol calcinante de Nicoya.
Le temo porque cada vez que empiezas el camino de vuelta a la vida,
la duda de la mujer
se asoma y te pregunta a dónde vas.
Te llama, como para limpiarse la cara,
pero no es más que la voz dudosa de la duda.
Porque la duda no habla claramente,
no dice nada,
solo te punza el alma cuestionando cada acto, cada minuto y dejando ver la posibilidad de que algo distinto sea mejor.
Le temo a la duda de las mujeres, porque ellas que nunca dicen lo que piensan,
cuando dudan no hablan
y el silencio es más frió y profundo que el infinito espacio fuera de la bóveda azul del cielo,
y un día como hoy, me da miedo verme convertido en duda ajena, es como que de pronto te enterarás que sos un invento del dibujante y te han pintado en blanco y negro.
¿Para dónde camina quien es solo una duda de alguien?

7/Abril/2008

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