Los Recuerdos


Por la mañana despierta decidido.
Lo sabe y entiende todo.
Los quehaceres y obligaciones.
Las tareas y compromisos, la agenda.
La mente le ha ordenado todo desde la noche previa.

Abre los ojos, observa sol, toma café y se alista.
Tan pronto inicia el ejercicio de sus actos
se acaba el orden y aparece la duda,
la comezón, el distractor movimiento de un dedo,
una canción, un mensaje, una palabra.

Los frenos no sirven, el aparato no responde al mando.

Difusos pensamientos se apoderan del día,
confusos anhelos opacan lo existente,
todo pierde el sentido de la razón y
nombres falsos, apellidos borrados, caras en el olvido.
Formas descifradas del papel tapiz le atormentan.

Se detiene, come, respira, observa el diario, lee.
Toma la guitarra, arpegia, rasguea, tararea.
Vuelve a la agenda, recrimina a su mente
por permitirle botar el día, y luego duerme.
Una hora, quince minutos, dos vueltas en la cama.

Sabe y entiende todo, de nuevo.
Los quehaceres y obligaciones.
Las tareas y compromisos, la agenda.
Abre los ojos, observa lluvia, toma café y se aviva.
Y es entonces cuando sin poder evitarlo.

Los frenos no sirven, el aparato no responde al mando.
Los recuerdos no se detienen.

07- Sept-10

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