Extraño día oscuro


El sol caminó lejos por un momento
y en su lugar una fría nube de invierno
lo cubrió todo en aquel día de febrero.

Donde el calor había atormentado las tardes y a sus habitantes,
unas ganas de cobijas y abrigo entraron por las ventanas y puertas,
como si fuera aquel octubre.

Un vacío interminable llenó las ilusiones
que rompían sus cántaros anoche
y hoy derramaban su última lágrima.

Preguntas sin respuesta imaginable acometen en la plegaria de miles
a quienes la mente les ha jugado ya demasiadas bromas
como para desear otra macabra burla a su fe.

Silenciosos soldaditos de sueños se golpean los hombros
ya cansados de levantar sus extremidades para abrazar
y temblorosos de permitirse llorar en público,
se ocultan en una sórdida sonrisa o un demoníaco gesto de amor.

Mañana,
es un sin sentido para los menos de ayer,
los pocos de anoche,
los que ya descreen de la razón maneada de las mayorías.

Futuro,
es un cuento de hadas
escrito con la mano Derecha del Dios
encargado de las finanzas y los reglamentos.

Cambiar este mundo es tan sencillo
como cerrar los ojos y seguir igual;
al menos así parece ser esta mañana de febrero
en que lo único distinto es la tristeza indescriptible
que anormalmente cubre el cielo de mi Ciudad,
en pleno verano y sin mayor aviso
que la turbia noche que mal dormí,
para despertar en este extraño día oscuro.

Febrero 8 del 2010

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