Detenido de pronto


Se acabaron los 90 cuando el pecho me gritaba aire.
Y dejar el tabaco se convertía en un afán perseguido.
Un amor me torcía la mente en pentagramas
y el mal empleo daba para salir una noche por semana.
Se acabaron los 2000 y el cielo se caía a pedazos.
Un amor me devolvía a los 18 años y corrí sin límite.
Soy uno solo hirviendo el agua para un café amargo.
Y las persianas se opacan contra la luz del deseo.
Los años del piano que travieso se mueve por 10 dedos,
muy lejos ya de mis pequeñas manos admiten caricias.
Ellas son todas una sola y ella es un millar en recuerdos.
2 canciones pueden decir lo mismo en la madrugada.
Para quien no duerme el repetir melodías no es pecado.
Culpables como peregrinos se amontonan en la fila.
Pero mi fotografía cuelga de sus pechos
en delirante marcha de clones de disímil etáreo.
Los chinos celebran años y este conejo huye
como zorra en cacería de príncipes y condes.
Por mis hijos que pretendo imaginar jugando.
Sospecho un día de luz entre el bosque.
Pero el tiempo juega en el campo de futbol
y mis movimientos nunca parecen ser correctos.
Supongo hay una buena historia detrás del insomnio
pero esta noche solo caben palabras en la hoja,
que sin más que la energía del maníaco rasgueo
asumo como guitarra olvidada y canto.
En ese acorde disonante cabe una flor, dos ojos
y el suspiro del medio día que se cansa de ser
pasajero del tren que lleva el mundo.

2-feb-2011

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