Cuento de niños
Otros ojos a quienes temer han ocultado miedo entre
mi nombre y besos cubiertos de oscuros olores de alcohol.
Danza el árbol entre vendavales conjurando raíces y
temiendo el salto al vacío.
Tiemblan islas miserables donde las voces
acostumbradas a clamar por auxilio ahora callan por miedo.
Oculto entre las paredes de mi casa prometo volver
al ocultismo de mi vida pasada, donde todo
sabía a calma y meticulosa medida de actos.
Noches infinitas inician a las 5am y acaban con días
enteros, desaparece el sol entre un borrador de recuerdos.
Silencio se guarda ante el fantasma de la muerte o después
de cerrada la puerta en la casa que queremos sola.
Y tus ojos volvieron a posarse en mi memoria
para recordarme que me piensas en la ausencia.
Años se destruyen en calendarios amontonados en bolsas,
otros aparecen en puertas, paredes y mesas.
Cuadernos inconclusos cumplen su fin y me obligan
a guardarlos en la pila de primos lejanos que acumulo
entre las gavetas de la ropa y el deseo.
Otros ojos a quienes temer esperaron mi cuerpo
anoche entre una sábana extraña a ambos
y un incómodo silencio de cómplices.
Por momentos creo en la existencia del compañero alado
que consciente siempre de mis actos aún futuros me
toma del brazo a tiempo para no dañar o dañarme.
La música debe responderme todo, es el diccionario
común de la humanidad y donde se esconde la luz.
De pronto ser lo que sos no es tan divertido
incluso siendo quien siempre soñaste ser.
Sobreponer en el papel los garabatos y las
palabras como noticias y anuncios en el diario
es la más normal de las formas para contar
el sueño en que se puede convertir la
falsedad de vida en que hemos empezado a
convertir este cuento de niños para dormir.
17- enero- 2010
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